El sector del transporte en Colombia es uno de los que más emisiones de gases efecto invernadero (GEI) genera, pues aporta un poco más del 10% de las emisiones totales que se calculan a escala nacional, y por tanto, tal como pasa a escala global, hablar de alternativas de descarbonización es un importante desafío para el cumplir el objetivo de reducir las emisiones de GEI en un 51% para el año 2030, como se proyecta también a escala global.
Sin embargo, hablar de este tema también implica reconocer que, pese a la implementación de alternativas de electrificación y el aumento del uso de biocombustibles, es un sector que depende del petróleo en un 91%, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés). Lograr las metas pactadas a escala global en el Acuerdo de París para reducir significativamente las emisiones en esta área, dependerá de regulaciones estrictas en el nivel local y de incentivos fiscales que impulsen la implementación de estas alternativas en todos los sectores.
Se trata de un reto importante y, según la IEA, lograrlo dependerá de una reducción del 20% de las emisiones que se generan en la actualidad, que se calculan en 7,7 giga toneladas (Gt) de CO2 al año. Según el panorama sectorial hecho por la institución, esto solo será posible si se implementan estrategias rápidas para “la electrificación de los vehículos de carretera, medidas de eficiencia energética, la comercialización y ampliación de combustibles bajos en carbono y políticas para alentar el cambio modal a opciones de viaje con menor intensidad de carbono”.
Pero antes de profundizar en los retos y posibilidades de descarbonizar el transporte en Colombia, es importante destacar que, aunque el país no contribuye significativamente a las emisiones globales, sí hace parte de los países altamente vulnerables a los efectos de la crisis climática según los datos del índice ND-GAIN, y por ende, la descarbonización de este y todos los demás sectores deben ser una prioridad.
La Asociación Nacional de Industriales (ANDI) indica que al día de hoy múltiples sectores se han unido, tanto desde lo público, como lo privado, para coordinar, planear e implementar estrategias que permitan impulsar la transición del sector hacia alternativas menos contaminantes y más competitivas.
Sin embargo, la diferencia con otros sectores que también tienen un alto impacto en GEI (Gases Efecto Invernadero), como la ganadería y las tierras forestales, es que el transporte puede comenzar a disminuir su impacto rápidamente si se toman las decisiones correctas, debido a la cantidad significativa de tecnologías e incentivos que han surgido en los últimos años. Según Ángel Castro, Coordinador de Gerencia de Logística, Transporte e Infraestructura de la ANDI, esto será posible si “todos los sectores involucrados se unen hacia un mismo objetivo rápidamente”.
Aún con las posibilidades de transición actual, la infraestructura, la multiplicidad de medios de transporte y los altos costos de inversión para lograr esta transición requieren de un diagnóstico total y suficiente del sector, así como de un compromiso colectivo y de un capital económico bastante robusto.
En términos generales, el país podría cumplir la meta de reducción de emisiones que se pactó en el Acuerdo de París, siempre y cuando todos los actores sociales e institucionales se articulen para crear rutas claras, que permitan destinar recursos suficientes por medio de alianzas público-privadas u otras estrategias de financiamiento, tal como lo asegura Gordon Wilmsmeier, director del proyecto GiroZero, un proyecto financiado por UK PACT, ejecutado en alianza con la Universidad de los Andes, que busca construir una estrategia para descarbonizar el transporte en Colombia, según las condiciones geográficas, políticas, económicas y sociales reales del país.
En esta medida, existen varios retos asociados a las dinámicas y naturaleza del territorio. El primero de ellos, es su condición geográfica, que históricamente ha sido un obstáculo para la construcción de infraestructura suficiente para todos los modos de transporte y formas de movilidad, pues la Cordillera de los Andes, tan vasta y tan rica, es solo un ejemplo que limita la conexión entre municipios ubicados a su alrededor. No obstante, Castro destaca que, basado en el análisis de la infraestructura del territorio adelantado desde la ANDI, en Colombia “hay algunas alternativas que podrían ayudar a solventar este problema”, como es la activación de la red ferroviaria y la adquisición de tecnologías emergentes de punta para la construcción de vías y túneles que permitan intervenir el territorio, sin generar altos impactos.
Por otra parte, tanto Wilmsmeier y Castro, destacan que por ejemplo, para transitar hacia alternativas de transporte eléctrico, será necesario instalar rápidamente puntos de carga de última generación suficientes para garantizar que tanto el transporte de carga, como el de pasajeros pueda funcionar eficientemente, sin afectar ninguna actividad. Actualmente en el país, según el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt), hay más de 8.000 vehículos eléctricos y tan solo 191 electrolineras disponibles para su carga, que se concentran solo en las ciudades principales. A medida que ingresan más vehículos, se hace más urgente la necesidad de instalar una red de carga e infraestructura que sustente este proceso de transición.
Adicionalmente, está el reto de la inversión. Y es que al momento de pensar en iniciativas, proyectos y estrategias para lograr la descarbonización del transporte en Colombia, existe el temor de los sectores involucrados para invertir en tecnología libre de emisiones, porque ésta representa un retorno a mediano y largo plazo, que dependerá también de la transición de otros sectores y la colaboración de múltiples tomadores de decisión. Ante este panorama, Castro destaca que es fundamental implementar estrategias de capacitación técnica dentro de las empresas, la ciudadanía y las instituciones públicas, que permitan “cambiar el chip” y sembrar el conocimiento suficiente para ver que esta inversión generará una reducción de costos generales de hasta un 16% según la modalidad de transporte y sector económico, afirma Castro.
Debido a la expansión no planificada de las urbes, el crecimiento de la población y la necesidad de conectar ciertos puntos donde no llega el transporte público, ha generado múltiples y diversas alternativas de transporte como los ‘bicitaxis’, los ‘mototaxis’, las chivas, los jeeps, las busetas, los “carritos de mil”. Esta multiplicidad de medios informales, dificulta el proceso de transición, y por eso, ante este panorama, se sugiere la implementación de modelos multimodales e interconectados, así como el fortalecimiento del transporte masivo y de carga, para garantizar mayor eficiencia y calidad que logre descongestionar las vías, disminuir el número de vehículos circulando y reducir la huella de carbono.
Para lograr superar éstos retos a escala local y global, es importante reconocer que todas las partes interesadas tienen un rol por cumplir. Desde las personas que cambian sus hábitos de viaje y movilidad, hasta las empresas que transforman su huella de carbono con iniciativas en diferentes líneas de trabajo. Así lo ha destacado en múltiples ocasiones el Secretario General de las Naciones Unidas, que asegura también el hecho de que al garantizar el cumplimiento de las metas pactadas, “podría suponer un ahorro de 70 billones de dólares para 2050”
Ante este panorama, se creó en Colombia el proyecto GiroZero, una iniciativa financiada por UKPact que, tal y como asegura su director, busca hacer un seguimiento continuo a las propuestas que se están impulsando para analizar si son suficientes en el objetivo de reducir el 51% de las emisiones del transporte a 2030, y en caso de no serlo crear centros de estudio, capacitación y consultoría, que permitan acelerar al sector en el cumplimiento.
En línea con esto, el proyecto está constituyendo actualmente lo que llaman “un centro de excelencia”, donde se reúne la academia, el sector público y el sector privado para discutir cuáles son los retos u obstáculos para avanzar en éste camino, y por supuesto, las oportunidades o posibles soluciones que se pueden implementar para superarlos, pensando siempre en encontrar oportunidades de“crear una capacidad que impulse el cambio”, asegura Wilmsmeier.
Desde Así mismo, GiroZero ha lanzado cursos de capacitación para conductores/as del servicio TAC (transporte automotor de carga) en el país, donde las personas desde actos cotidianos como conducir, pueden contribuir significativamente, demostrando así el gran impacto ciudadano. A la fecha, el curso “smart driver” cuenta con más de 600 inscritos/as y además, se consolidó, una red con más de 500 actores y 270 organizaciones pertenecientes al sector de transporte automotor de carga en el país.
Además del proceso adelantado por GiroZero, en Colombia grandes empresas se han comprometido con la meta y ya están transitando hacia alternativas de transporte a gas y/o eléctricas en su cadena logística. Tal es el caso de Bimbo, Bavaria y Coca-Cola FEMSA.
En el caso específico de Bavaria, es importante resaltar que la empresa se ha proyectado a implementar la flota más grande de transporte eléctrico de carga que, sumado a la apertura de nuevos centros de distribución en diferentes zonas del país, permitirá “reducir en un 25% las emisiones de carbono a lo largo de toda la cadena de valor para el 2025”.
Asimismo, es importante destacar que desde el sector público, el Gobierno Nacional y algunas administraciones locales están apostando por contribuir a la venta y circulación de vehículos eléctricos, así como a la instalación de la infraestructura necesaria. Esto sin desconocer que en el proceso deben hacerse inversiones importantes en lógica de una distribución suficiente y equitativa.
Al respecto, el Ministerio de Transporte de Colombia, basado en el Plan Nacional de Desarrollo, “Colombia, potencia mundial de la vida” (PND), ha destacado que su propósito es contribuir a las metas de descarbonización del sector por medio de estrategias que permitan “garantizar la transitabilidad de las vías terciarias, el mejoramiento de instalaciones portuarias, la construcción de muelles fluviales, la ampliación de aeródromos, la navegabilidad de ríos, la reactivación de las redes férreas y demás proyectos estratégicos que construirán una Colombia más competitiva”.
Según el panorama aquí presentado y el trabajo recopilado por diferentes organizaciones nacionales como GiroZero y la ANDI sobre el panorama de descarbonización del sector, Colombia tiene potencial para lograr una transición justa y eficiente hacia alternativas de transporte libres de emisiones. Sin embargo, para lograr las metas propuestas en el tiempo establecido es necesario el financiamiento de estas estrategias, así como su correcta implementación a escala local.
Si quieres conocer más al respecto, te invitamos a consultar el sitio de GiroZero y seguir los canales de Camino Hacia Carbono Neutral, allí encontrarás más información sobre los retos y oportunidades para lograr la descarbonización del transporte en Colombia un paso a la vez.
Camino Hacia Carbono Neutral es un proyecto financiado por UK Pact y liderado por las organizaciones OpEPA y Climate Reality América Latina en alianza con la Procuraduría General de la Nación, el cual busca construir lazos y así conectar a las instituciones y a la sociedad civil con alternativas y soluciones frente a la crisis climática.