Como ya hemos visto en artículos anteriores, en los últimos años ha aumentado notoriamente la cantidad de vehículos eléctricos e híbridos que circulan en Colombia gracias a un robusto marco legal que le permite a la movilidad limpia ser una alternativa competitiva y atractiva dentro del mercado automotriz.
Sin embargo, aunque vayamos por buen camino, aún quedan varios obstáculos que superar y no todo son buenas noticias. Para que estos vehículos sean una verdadera alternativa para reemplazar a los impulsados por combustibles fósiles, es necesario que en todo el país exista la infraestructura necesaria para recargarlos y, por ahora, nos estamos quedando cortos en “electrolineras”, que es el nombre que se ha adoptado para llamarle a las estaciones de carga.
A mediados del año pasado Colombia ya contaba con más de 8.000 vehículos eléctricos inscritos en el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt). Sin embargo, la compañía Electromaps, la cual se encarga de llevar el registro de todas las electrolineras en el mundo, indica que a la fecha el país solo cuenta con 191 de estas.
Así se encuentra a la fecha el ranking de ciudades con más estaciones de carga:
Adicionalmente, en Barranquilla solo hay 2 electrolineras mientras que en Tunja únicamente hay 1.
Este es un gran bache en el camino para la ruta de la movilidad eléctrica en Colombia teniendo en cuenta que la Ley N.1964 del 11 de julio del 2019, la cual promueve el uso de este tipo de vehículos, establece que para el 2022 todos los municipios, salvo Buenaventura y Tumaco, deberían contar por lo menos con 5 estaciones de carga rápida y mínimo el 2% de las plazas de parqueadero deben ser especiales para este tipo de vehículos.
Según análisis de la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en Inglés), se necesita un cargador por entre cada 10 y 15 vehículos eléctricos. Es decir que Colombia necesitaría más o menos 350 puntos de carga más de los que tiene ahora para suplir las necesidades de los vehículos que ya tiene registrados en el Runt. ¡Casi el doble de lo que llevamos!
Sin embargo, esto no es solo algo que ocurre dentro del contexto colombiano. En realidad, el desfase entre venta de vehículos eléctricos e instalación de puntos de carga es un problema a nivel mundial. En Estados Unidos, por ejemplo, las proyecciones de S&P Global indican que para 2025 se necesita cuadruplicar la oferta, lo que supondría la instalación de más de 550.000 nuevos cargadores.
Los carros eléctricos sirven gracias a motores impulsados por energía almacenada en baterías. El problema es que estas baterías tienen un límite y, en promedio, la autonomía de los vehículos ronda entre los 200 y 600 kilómetros dependiendo de la tecnología que utilizan y cómo sea la conducción.
Existen cargadores portátiles para cargar los vehículos en caso de emergencia, pero en municipios que están más alejados de la red interconectada el voltaje no es suficiente y en las poblaciones que no hacen parte de la red es imposible pensar en el transporte eléctrico como una alternativa.
Además, el costo de instalar una estación de carga es muy elevado, lo que hace que las empresas interesadas sean cautelosas con su inversión mientras que no se convierta en un negocio rentable. Así que no solo basta con impulsar la venta de vehículos eléctricos, se necesitan cambios estructurales que le permitan a esta nueva tecnología ser competitiva y aplicable en todo el país
En conclusión, si bien es cierto que la movilidad limpia va por buen camino y es una gran alternativa para reducir nuestras emisiones de CO2 teniendo en cuenta que, según datos del IDEAM, el 14,34% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el país provienen del sector transporte, aún hay un largo camino que recorrer en términos de transición energética justa e infraestructura para lograr que los vehículos eléctricos realmente sean una alternativa para dejar atrás el uso de combustibles fósiles.
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