El desarrollo solo es posible en el término que el financiamiento climático, también conocido como financiamiento verde, se incluye dentro de los planes de acción. Teniendo de precedente que el tránsito hacia una economía baja en emisiones de carbono y más equitativa requiere un importante cambio estructural, los recursos para llevar a cabo esta transformación son una parte fundamental del proceso.
Según el más reciente informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), publicado en 2022, el rápido avance de la crisis climática y los cambios radicales que ha tenido el planeta tierra en las últimas décadas se debe, principalmente, a la influencia antropogénica, o en palabras más simples: a la actividad humana.
Esto, además de crear conciencia sobre el impacto del ser humano, pone en evidencia la necesidad de implementar estrategias de manera urgente para mitigar los efectos ésta crisis, que pasó de ser una una alerta, a una realidad.
Es importante destacar que el impacto que tendría el cambio climático en las poblaciones y ciertos territorios, presupone también un impacto económico, así como diferentes y elevados costos asociados a la adaptación a nuevas formas de vida, más resilientes frente a la crisis.
En términos financieros, la crisis presupone costos y gastos. Los costos hacen referencia a aquella inversión necesaria para transformar los hábitos de consumo y formas de vida de las comunidades, hacia alternativas más sostenibles, que garantizarán un planeta habitable. Por su parte, los gastos hacen referencia a los recursos económicos que deben ser destinados a los proyectos y logística detrás de la implementación de esta nueva infraestructura física y de pensamiento, que si bien no tiene una retribución tangible, son necesarios para alcanzar la meta de una economía más responsable con el medio ambiente.
Así, se hace evidente que la construcción de un planeta carbono neutral y sostenible requiere que el financiamiento climático sea prioridad para los planes de desarrollo a nivel global en corto, mediano y largo plazo.
Además del financiamiento climático para la implementación de nuevas formas de vida, la crisis climática hoy en día ya implica gastos importantes. Según la asesora en cambio climático, Ligia Castro de Doens, “el daño económico anual asociado al cambio climático en la región latinoamericana será de 100.000 millones de USD para el año 2050, y se estima que los gastos en materia de adaptación oscilarán entre 20.000 y 300.000 millones de dólares anuales”.
Por tal razón, el financiamiento verde, en pro de un desarrollo sostenible no solo debe enfocarse en los gastos relacionados con los proyectos a futuro, sino en los gastos que la crisis actual ya requiere para solventar la vida digna del planeta.
En América Latina y el mundo ya se adelantan importantes iniciativas que promueven una economía, un consumo y una política a favor de la sostenibilidad. Sin embargo, es importante reconocer que las acciones deben comenzar a gestionarse de manera global y unificada, para lograr un cambio significativo.
Según el portal de Climate Trade, Estados Unidos, China, India, Rusia y Japón son los países que encabezan el top 5 de naciones que más emisiones generan. Sin embargo, Castro de Doens, al igual que otros autores y especialistas en cambio climático, aseguran que Centroamérica, América del Sur y una importante porción de África, son las regiones más vulnerables y afectadas en materia medioambiental.
Es decir, que aunque en éstas regiones es urgente la implementación de acciones potenciales y eficientes, es tarea también de los grandes emisores comenzar este camino de transición hacia una economía carbono neutral.
Algunas de las alternativas más importantes para transitar a un modelo de vida más sostenible y eficiente, son:
Y aunque la lista es mucho más extensa, estas son las alternativas básicas para pensar un mundo más justo, equitativo y sano. Lograr la correcta implementación de estas soluciones depende en gran medida de los recursos disponibles a las iniciativas emergentes.
Además de destinar los recursos suficientes para el financiamiento climático, es fundamental que se adquieran compromisos desde la ciudadanía y la gobernanza con el objetivo de construir un planeta carbono neutral.
Algunos de los retos más destacados, reúnen:
Estos elementos, además de representar importantes retos en la construcción de una economía sostenible, son guías importantes en la planeación de rutas de acción ante la crisis. Asimismo, estos retos permiten priorizar algunos pilares urgentes, como la atención a poblaciones vulnerables o la necesidad de hacer un llamado a la acción desde la política.
En Colombia, desde el proyecto Camino Hacia Carbono Neutral, financiado por UK Pact y liderado por las organizaciones OpEPA y Climate Reality América Latinaen alianza con la Procuraduría General de la Nación, se busca construir lazos y así mismo, conectar a las instituciones y a la sociedad civil con alternativas y soluciones frente a la crisis climática.
Durante su gestión, el proyecto ha participado activamente para entablar conversaciones con gobernantes, comunidades y periodistas, con el objetivo de brindarles herramientas que permitan incluir la descarbonización como parte de los planes y narrativas adelantadas, y así construir comunidades resilientes a la crisis.
Si deseas conocer más sobre el proyecto y las alternativas que puedes tomar frente al cambio climático y la preservación del medio ambiente, ingresa a nuestro sitio web y explora las acciones que cuentan con un alto potencial de éxito en la reducción de emisiones de carbono, específicamente en los sectores de transporte y energía.
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