Siguiendo la línea del informe La crisis de la desigualdad: América Latina y el Caribe en la encrucijada, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, es importante destacar que la pobreza y la crisis climática son dos problemáticas que se retroalimentan entre sí, pues ya se ha comprobado que los impactos de la crisis aumentarán los niveles de pobreza y desigualdad en el mundo.
Según los datos que recoge el informe “hacia 2030 el cambio climático llevará a más de 100 millones de personas en todo el mundo a la pobreza”, lo que quiere decir, que de manera inevitable el avance de iniciativas que se han implementado para impulsar el desarrollo de comunidades vulnerables, tendrá un retroceso según las predicciones actuales.
En la mayoría de territorios es evidente que los sectores más vulnerables son más propensos a sufrir las consecuencias de la crisis, ya que, en primer lugar, las condiciones de vida evitan que las comunidades sean resilientes a los impactos, y segundo, porque el desconocimiento, la falta de educación y acceso a ciertos recursos generan desconocimiento y otras problemáticas que incrementan el riesgo que tienen de sufrir estos impactos, en comparación con otras regiones menos pobres.
Adicional a ésto, es importante resaltar que según un estudio citado por el BID en su informe, el resultado arroja una comparación entre países con diferentes niveles de pobreza y menciona que los más pobres, son quienes menos invierten en infraestructura o alternativas de protección frente a la crisis.
De igual forma, el común denominador evidencia que las comunidades más empobrecidas, efectivamente son las que habitan las periferias de los grandes cascos urbanos del mundo, especialmente en regiones como América Latina, el Caribe, África, entre otras. Este es otro factor que pone en riesgo la seguridad, bienestar y acceso de miles de personas a una vida digna y derechos humanos.
Según datos del Banco Mundial, en Sao Paulo, por ejemplo, “más del 5% de las zonas pobres están muy expuestas a episodios de deslizamientos de tierras y el 20% de los barrios pobres y asentamientos informales, están localizados en llanuras inundables”, es decir, que son más propensos no solo a los desastres y fenómenos naturales, sino a las consecuencias posteriores a éstos.
Según diferentes autores y expertos/as en cambio climático, los efectos inmediatos, medianos y de largo plazo afectarán en mayor medida a poblaciones y países en condiciones de vulnerabilidad, es importante destacar que las políticas públicas para la mitigación y adaptación de la crisis climática deben estar enfocadas en reducir las brechas socioeconómicas existentes, para garantizar el bienestar general.
Según el informe del BID (2020) “reducir los efectos desiguales de los shocks del cambio climático consiste en mejorar las redes de seguridad social e implementar políticas de desarrollo inclusivo que mejoren el acceso de los pobres a los recursos financieros, la atención sanitaria y los servicios de infraestructuras”. En otras palabras, las políticas dirigidas a mitigar los efectos de la crisis deben construirse en sinergia con las estrategias para atender la desigualdad, pues es la forma de garantizar que las consecuencias del cambio climático no resulten afectando significativamente a las poblaciones más vulnerables.
No obstante, el informe destaca que es importante que los gobiernos comiencen también a crear estrategias partiendo de las necesidades particulares de cada territorio y comunidad en específico. Esto, además de representar un importante avance en materia de desarrollo sostenible, garantizará la construcción de poblaciones más resilientes y condiciones de vida más seguras para todos y todas.
Estructurar el rol de cada comunidad y las acciones potenciales que se pueden implementar es fundamental para conseguir los objetivos planteados por diferentes organizaciones internacionales, de reducir la huella de carbono y la desigualdad, para así garantizar un planeta habitable. Para esto, es importante tomar acciones inmediatas y gestionar iniciativas desde el rol de cada sujeto/ta que participa en este proceso. Incluir en la agenda política las iniciativas y proyectos que hoy se mueven desde la ciudadanía será fundamental para la consecución de un planeta sostenible a futuro, así como para lograr un cambio en el paradigma de consumo actual.
Así, para eliminar la desigualdad, mientras se crean e implementan estrategias para afrontar la crisis, son fundamentales dos cosas: la voluntad política y la participación ciudadana. Partiendo de que el cambio climático no es más una advertencia, sino una realidad tangible, es importante comenzar un proceso de educación y empoderamiento de la sociedad y sus gobernantes, para así encontrar en conjunto rutas de acción efectivas y suficientes ante las necesidades actuales y así mitigar los efectos de la crisis.
En Colombia, desde el proyecto Camino Hacia Carbono Neutral, financiado por UK Pact y liderado por las organizaciones OpEPA y Climate Reality América Latina en alianza con la Procuraduría General de la Nación, se busca construir lazos y así conectar a las instituciones y a la sociedad civil con alternativas y soluciones frente a la crisis climática.
Durante su gestión, el proyecto ha participado activamente para entablar conversaciones con gobernantes, comunidades y periodistas, con el objetivo de brindarles herramientas que permitan incluir la descarbonización como parte de los planes y narrativas adelantadas, y así construir comunidades resilientes a la crisis.
Si deseas conocer más sobre el proyecto y las alternativas que puedes tomar frente al cambio climático y la preservación del medio ambiente, ingresa a nuestro sitio web y explora las acciones que cuentan con un alto potencial de éxito en la mitigación de la crisis.
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