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La llegada y crecimiento de la industria de la moda, y más aún, del ‘fast fashion’ o moda rápida, impacta significativamente la salud de nuestro planeta. Ingresa y conoce todos los detalles.

La tierra de las ruanas se viste sostenible: mitigando la crisis climática en tiempos de ‘fast fashion’

Redactado por Magda Cortés y Luis Vargas*

La moda sostenible y la crisis climática están íntimamente ligadas. El avance imparable del fast fashion ha dejado graves secuelas en nuestro entorno, especialmente por el gasto desmedido de agua que tiene esta industria, que según la ONU, consume anualmente 215 trillones de litros. Sorprendentemente, la producción de un simple par de jeans requiere 10.000 litros de este líquido vital. 

En Boyacá, las consecuencias negativas de esta industria son palpables, pues periódicamente se generan enormes cantidades de desechos textiles. Sin embargo, hay esperanza en el horizonte, pues en el territorio ya se implementan y promueven algunas soluciones e iniciativas que basan su producción en prácticas amigables con el ambiente, desde el uso de materiales biodegradables y/o reciclados hasta la implementación de acciones más conscientes en el marketing y la publicidad.

¿Alguna vez se ha preguntado de dónde viene la ropa que usa?

Los tatarabuelos lo sabían bien. De acuerdo con los datos recolectados por el doctor Liborio Zerda en su libro titulado El Dorado publicado en 1883, en Boyacá, Santander y parte de Cundinamarca se fabricaban tejidos de algodón, como mantas de diversos colores, lienzos, ruanas, ponchos, cobertores de cama y hamacas, que, desde entonces, se usan tanto en tierras frías como calientes de toda la República. “En Boyacá y Cundinamarca fabrican, por los mismos procedimientos primitivos, telas de lana desde que los conquistadores introdujeron el ganado lanar, con cuyos vellones se hacen camisetas, ruanas, mantas y frazadas”. 

Según el autor, además de este tipo de fibras, los pueblos indígenas fabricaban productos similares con fique, “con estas fibras hacen cuerdas de diferentes grosores, cables, alpargatas, se tejen telas gruesas para sacos llamados costales, que sirven para empaque de mercaderías y las enjalmas para el transporte de cargas”. En aquella época el doctor Zerda relata que el hilado y los tejidos de fique les producía buena renta a las poblaciones del interior del país. 

La enorme riqueza de saberes alrededor de lo textil que relata Zerda en su libro constituye una importante precuela del porqué Boyacá se conoce como ‘tierra de mantas’.  Una tierra que tiene los recursos, y el conocimiento para auto-vestirse. 

Mientras esto sucedía en Boyacá en el siglo XIX, en Europa y Estados Unidos se originó el sistema de producción industrial y de amplia distribución, que, de acuerdo con Giorgio Riello, para el siglo XX resultó en el sistema de producción textil que conocemos actualmente, ligado directamente a la necesidad de vender prendas de bajo costo y rápida producción. 

Así, para principios de los años 90, el fast fashion o la moda rápida comenzó a popularizarse hasta llegar a la ‘tierra de las ruanas’, donde hoy se consiguen prendas de todos los colores, marcas y texturas a muy bajo precio.

Uno de los grandes impactos que genera al ambiente esta industria es la enorme cantidad de agua que usa para cada proceso. Tan solo para elaborar unos jeans se gastan 10.000 litros de este líquido vital, cantidad con la que se podrían atender las necesidades de 100 personas en un día, pues según los datos de la ONU, una persona necesita 100 litros de agua diarios para su uso doméstico y personal en un contexto urbano. 

Estos son algunos términos que te podrían interesar para entender mejor el contenido de este reportaje:

 
 
 
 
 
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Pero, ¿esto qué tiene que ver con la crisis climática? 

Además de ser la segunda industria que más consume agua y de ser responsable del 20% de la contaminación al recurso hídrico, la moda es el segundo sector productivo que más impactos genera, después de la aviación. Según el estudio The environmental price of fast fashion publicado en el 2020 en la revista Nature Reviews Earth & Environment, la industria de la moda produce el 10% de las emisiones globales de CO2, uno de los gases generadores del efecto invernadero.

El experto en la industria de la moda en Colombia, Andrés López Galeano, diseñador de modas y docente en la Escuela de diseño y mercadeo de moda Arturo Tejada Cano y en la Universidad Santo Tomás en Bogotá, relata que estos grandes efectos ya han hecho eco en el territorio de Boyacá y Cundinamarca, generando desperdicios casi imposibles de tratar, así como una industria poco responsable con el uso y tratamiento de los mismos.

Según datos de la empresa Urbaser Tunja, encargada de la recolección y gestión de residuos en la ciudad, al Relleno Sanitario de Pirgua que beneficia a 62 municipios, llegan “un estimado de 1.600 toneladas de residuos que tienen que ver exclusivamente con telas. Esto quiere decir que al día, en el departamento se desechan cerca de 55 toneladas de estos residuos. Todo esto equivale al 11% del total de residuos entre orgánicos, plásticos, caucho y otros, donde se realiza la recepción de los residuos sólidos ordinarios (RSO)”.*

En Colombia, según el documento CONPES 3934 del 2018 del total de residuos del sector textil como vestimenta, textiles del hogar, calzado, entre otros, tan solo son reciclados o reutilizados, en promedio, el 5%, teniendo un potencial para el reciclaje hasta del 53% del total de estos residuos. Por lo tanto, se conoce que en la mayoría de los rellenos sanitarios no se hace un tratamiento ni una separación especial para los residuos textiles desechados y según Liliana Hurtada, funcionaria de la Secretaría de Ambiente de la Gobernación de Boyacá, no existe en el departamento una entidad encargada de dicha gestión. 

De acuerdo con el docente Andrés López, las principales afectaciones de no tener mecanismos para disponer adecuadamente los residuos textiles son:

En Boyacá se piensa la sostenibilidad en la industria de la moda

Ante esta realidad, en la industria de la moda boyacense han surgido iniciativas que buscan ser más sostenibles, retomando los saberes que de antaño se tenían en la región. Ese es el caso de Tejidos Rebancá un proyecto liderado por Francisco Gómez, artista plástico, y Silvino Patiño, diseñador textil. Para ellos la sostenibilidad está en todas las etapas del proceso y una de las más importantes es el investigar y observar de dónde viene los materiales que usan.

De acuerdo con Gómez, actualmente muchos talleres se autodenominan de moda sostenible porque involucran a artesanos y artesanas de la región, pero esto no es suficiente, ya que todas las acciones desarrolladas por los humanos tienen un impacto en los ecosistemas y lograr un equilibrio entre las ventas para que un negocio perdure en el tiempo y las acciones sostenibles es un punto difícil de alcanzar. Aunque Boyacá tuviera un camino andado en el área textil, se hace necesario más apoyo gubernamental.

La sostenibilidad en la moda es un tema muy amplio, que según Gómez puede estar enfocado en el ambiente, en las comunidades, en las especies, entre otros enfoques y desde ahí van surgiendo los retos. Por ejemplo: desde el punto de vista de la materia prima que se usa, si es lana, es necesario que venga de animales criados libremente, con bajas emisiones de carbono, donde se aproveche completamente todo el animal si se destina para alimentación humana. La sostenibilidad también tiene que ver con cómo se lava la lana, de dónde proviene el agua con la que se hace este lavado, si se usan jabones o se usa cal en el proceso de obtención de la lana. 

Asimismo, la sostenibilidad está también en procurar que no se generen residuos, que no se quemen residuos de lana, enero cuidado de no verter a las cañerías tintes, entre muchas otras prácticas:

Del dicho al hecho, Boyacá actúa

La buena noticia es que en Boyacá ya existen diferentes iniciativas que están implementando acciones sostenibles para mitigar los efectos de la industria textil en el territorio, brindando a los compradores y demás actores de la industria, una posibilidad de contribuir a mitigar esta problemática.
En Villa de Leyva se encuentra la Asociación Artelar, una asociación de artesanos y artesanas de la región que le apuestan al slow fashion, al uso de materias primas biodegradables, y a ser transparentes con la información sobre los procesos que realizan. Así lo narra Caro Nouvian presidenta de la Asociación:

Lo que ha observado Nouvian entre los artesanos/as y las familias de la región, es que a diferencia de lo narrado por el doctor Zerda en 1883, las nuevas generaciones no quieren dedicarse a la artesanía porque piensan que no es bien valorada. De acuerdo con el cuarto informe del DANE sobre economía naranja en el país, el 90% de las personas que se dedican a la artesanía en Colombia tienen más de 40 años, es una actividad predominantemente femenina, ocupada en un 71,6% por mujeres. Adicionalmente, vale la pena destacar que en esta encuesta, el 82,5% de las personas registradas manifestaron que el ingreso promedio mensual de sus hogares, proveniente de la actividad artesanal, es inferior a un Salario Mínimo Mensual Legal Vigente – SMMLV.

Desde la Asociación Artelar se ha intentado mitigar así:

En Tejidos Rebancá también han implementado acciones que no solo se desarrollan dentro del taller de producción de las prendas, sino que involucran también a las y los artesanos que les proveen la materia prima:

Así como estas dos iniciativas se ciñen a la disponibilidad de materia prima para generar sus productos, sin presionar a los artesanos o a los recursos naturales para la producción y tener un modelo slow fashion, en Tunja se encuentra el proyecto Tejeplanta, desarrollado por Adriana Carolina Rojas, veterinaria de profesión quién encontró en la tejeduría una alternativa para proporcionar a su hijo juguetes sin plástico.

Adriana menciona una parte fundamental del proceso de la industria de la moda, el marketing y la publicidad, los pilares con los que más se ha favorecido el fast fashion y que tiene efectos en el consumidor, así lo explica Andrés López:

Desde esta arista, en Boyacá también se han comenzado a realizar acciones que pretenden dar a conocer lo que se hace en moda en el departamento con énfasis en la sostenibilidad. Así surgió el evento Fashion Session, una experiencia sensorial, que involucró la música y la cultura e hizo presencia en cinco locaciones de Villa de Leyva durante el pasado mes de abril. Fashion Session fue organizada por Thonny Arellano, publicista y productor de moda con énfasis en la producción de eventos. A continuación cuenta cómo se vivió la sostenibilidad en esta primera versión:

Así como se incluyeron marcas boyacenses promoviendo el consumo local como una clave importante para la sostenibilidad, también cabe resaltar que en la primera versión de Fashion Session participaron modelos del departamento. Jonás López creador de la agencia Zoom Models menciona que “desde hace tres años viene hablándole a la gente de que existe una agencia de modelos en donde hay varios chicos con mucho talento y con una belleza muy exótica de la región”. Desde su quehacer también cuenta cómo puede aportar a la sostenibilidad:

Jonás menciona la posibilidad de darle a las prendas una segunda oportunidad, hoy en día las tiendas de ropa de segunda mano se han popularizado a través de las redes sociales. Basta con buscar en Google para obtener millones de resultados de tiendas en Colombia que puede seguir, sin embargo, el comercio de ropa de segunda mano no a menudo representa una alternativa tan sostenible como parece, el profesor Andrés López explica las implicaciones que ha tenido la importación de ropa de segunda mano a países como Chile y la situación en Colombia:

Para el caso de Boyacá, se sabe que se comercializan prendas que vienen de Bogotá y de Medellín en las pacas, que son como ‘bultos’ de ropa de segunda mano. Sin embargo, la persona que proporcionó dicha información no quiso ser nombrada en este reportaje, por lo que es posible que la ropa que llega a Tunja provenga de lugares aún más lejanos que las ciudades capitales mencionadas, sobre todo si son marcas extranjeras.A pesar de esto, existen alternativas para que el consumo de ropa de segunda mano sea más sostenible. Una propuesta también surge desde el departamento de Boyacá con Mahalo, una tienda de ropa de segunda mano creada por la tunjana Giselle Sanchez. Así cuenta las acciones sostenibles implementadas por su empresa:

En Mahalo, el proceso de poner a la venta una prenda de segunda mano incluye, además de los pasos anteriormente mencionados, una desinfección, cuarentena, inventarios, tomar medidas, quitar motas, hacer reparaciones, tomar fotos, lavado de la ropa, envíos, etc. Hay todo un proceso de curado de las prendas de segunda mano que involucra además no solo a los vendedores y a los compradores, sino a las manos que reparan. Estos zapateros, modistas o sastres ayudan a darle una vida útil más larga a las prendas. De acuerdo con el Institute for Manufacturing de Cambridge si bien los residuos textiles se generan en todo el ciclo productivo, gran parte del residuo total proviene del consumidor en el momento en que decide tirar su ropa, ya que por lo general estos residuos no se rehúsan ni se reciclan, normalmente son dispuestos en los rellenos sanitarios. 

Doña Blanca Contreras, modista y diseñadora de disfraces en la ciudad de Tunja desde hace 14 años, narra su experiencia en el oficio:

Por su parte, Twice es una empresa de dos jóvenes emprendedoras que vieron en su proyecto de grado la posibilidad de construir un negocio desde los residuos generados por la industria textil de dotaciones para crear ropa deportiva . A continuación cuentan los retos que han tenido para generar alianzas con las empresas y los objetivos que tienen planteados para su emprendimiento:

Es importante destacar que todos los expertos/as, empresarios/as, emprendedores/as, proveedores/as y consumidores/as coinciden en la importancia de educar a las personas para poder lograr la meta de que la cadena productiva de la industria textil sea realmente sostenible. 

¡Cuida, remienda, rota y recicla! 

A continuación te dejamos los consejos y recomendaciones que los expertos/as más destacan para que, como consumidores/as, aportemos a la mitigación del impacto de la industria de la moda en el país y el departamento:

 
 
 
 
 
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En el departamento de Boyacá y otras regiones del país ya se están evidenciando los efectos de la crisis climática, por esto es necesario actuar activamente para contribuir de manera colectiva y comprometida a mitigar los efectos de este fenómeno desde los diferentes roles que cada quien ocupa en la sociedad. 

A esta problemática global se suman los graves impactos del fast fashion, la región ha despertado con iniciativas que valoran saberes ancestrales y promueven prácticas amigables con el medio ambiente. La apuesta por el slow fashion, el uso de materiales biodegradables, el fortalecimiento de la industria local y la reutilización de prendas marcan el camino hacia una industria consciente y responsable. Boyacá, tierra de ruanas y de mantas, teje un futuro sostenible, demostrando que cada elección en los productos que consumimos puede marcar la diferencia. 

Juntos, confeccionamos un cambio hacia un futuro vestido de esperanza.

Este reportaje hace parte de una iniciativa periodística de soluciones que busca dar herramientas para hacer frente a la crisis climática desde la cotidianidad colombiana.

***

Esta investigación fue realizada por Magda Cortés, periodista científica y química. Y por Luis Vargas ingeniero ambiental y comunicador. Para la serie ¿Y a mí qué la crisis climática? con apoyo del proyecto Camino Hacia Carbono Neutral.

*Para la realización de este reportaje contactamos a la empresa Urbaser y a la Alcaldía de Tunja para confirmar estos datos extraoficiales y conocer más sobre el tratamiento de estos residuos textiles en el Relleno Sanitario de Pirgua; sin embargo, hasta la publicación de esta investigación no se obtuvo respuesta.